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La camarera al verle llegar
dijo que estaba muy seria.
Luego bebió durante unas pocas horas.
Y a la una de la noche ya estaba borracha.
Se rió como una loca durante un rato.
Era como un resplandor
antes de caer en la depresión.
Luego el mundo se le vino encima.
Luis, cuando la vio llorar
le preguntó qué le pasaba
-No encuentro mi sitio,  dijo.
Algo así , no recuerdo las palabras exactas.
Él,  dijo que la llamará.
Lo cierto, es que se fue
a casa borracha triste y sola.
Hoy han encontrado pedazos de su cuerpo
en un tren de alta velocidad.
No quiero expresarlo de ninguna forma poética
la verdad es que andamos por la vida errantes
no llegamos a conocer nunca a nadie.
Y lo único que nos sucede
es que no sabemos lo que nos pasa*.
                                                           
*parafraseando a Ortega y Gasset

EL VENENO




El crepúsculo tiñó el cielo de sangre. Y el sol, oscuro como un ópalo, desapareció en el horizonte. Por última vez, en mis ojos, brilló titilante la luz de la estrella. Una sombra se posó oscura e inerte sobre la ciudad. Y el frío desasosiego inundó mi corazón. Poco a poco, pálidas luces fueron apareciendo aquí y allá.

Si hay una melodía para esta ciudad, esa es la sirena de un coche patrulla escoltando a una ambulancia que probablemente traslada ya un cuerpo sin vida. Si hay una imagen que condense mis recuerdos es la del rótulo fucsia de neón que parpadea bajo mi ventana. Noches mejores me han visto crecer en estas calles que tiempo atrás contuvieron mi esperanza. Pero han pasado varias décadas desde entonces. Mi lenta voluntad se ha vuelto pesada. Y sobre la mesita descansa la aguja que evaporará mi vida.

El humo, espeso, como la niebla, en una autopista hacia ninguna parte, se eleva sobre mi cabeza.  Son extremadamente confusos los sentimientos que afloran bajo mi piel. Una extraña alegría llena mi ser al tiempo que por mis mejillas resbalan unas pocas lágrimas.

Cuando vuelvo a la conciencia son exactamente las doce de la medianoche. Es el momento programado para el asesinato. Y mi mente tensa se prepara para desaparecer en la nada. En ese momento llegaste. Cuando la aguja ya había traspasado la piel y el veneno casi recorría mi cuerpo.

No debí decirte nada. Ahora lo sé. Pero tú insististe en que me querías. Y aunque no podía ni tocarte sin sentir dolor abracé tu cuerpo y tu alma de manera que algo brotó en mi interior similar a una semilla que germina después de un profundo invierno.


DEL SILENCIO


Venimos al mundo, a priori, sin manual de instrucciones, sin una guía de como vivir y lo más importante sin respuestas a los grandes interrogantes. Nacemos. Y antes de darnos cuenta cargamos con treinta o más años a las espaldas. Treinta años de danzar hacia la niebla. De escrutar en la noche. De respirar y sólo respirar. Pero al aire le falta algo. Y Dios no da tregua.


Su silencio. El silencio de las cosas. Y seguimos... Decidir no es una opción. Avanzamos con un proyecto de vida basado en... basado en esquemas bastante simples. Unos aspiran a la felicidad. Muchos al poder. Y la muerte, innombrable nos espera a todos para igualar proezas, victorias y también derrotas.


No podemos parar. El tiempo nos devora. Nuestros cuerpos se corrompen por el vicio, para muchos por el pecado. Y así, reos de la moral, de la moral que no hemos elegido, estrangulamos nuestra libertad e intentamos huir del hedonismo.


También huimos del ideal del santo. Para la mayoría la conducta, fruto del alma, simplemente es moderada. Imitamos al padre y a su progenitor. Y como copias, unos de otros intentamos conseguir más de ese algo. Ese algo poderoso que de nuevo calma el dolor y nos adentra en el silencio.