A veces,
me parece que las palabras fueran sólo una;
que todo lo que decimos quisiera decir una sola cosa nada
más
impronunciable
como querer de un golpe
ir a la esencia de las cosas
y sin decir nada, decir algo
o diciéndolo todo, expresar,
sólo una amalgama de pensamientos
que no consiguen hacer pie en ninguna parte.
No abrazamos ninguna idea sólida,
sobre la que descansar la mente, el espíritu,
o cualquier cosa que sea esta voz.
Son las canciones entonces, los cuentos,
todas las
manifestaciones artísticas,
incluso los gestos o los balbuceos
manos que intentan agarrar una sola cosa
que es etérea, divina y que descansa de lo
viviente.
Ese más allá, que queda tan cerca,
y es a la vez tan
escurridizo
como un objeto preciado y pesado
en las manos torpes de un
niño.