Después de Edén -el poeta- preguntándose su alma
sobre los hielos del mundo:
Hasta lo que me es conocido, el lírico encierra
el desafío de crear belleza. Le preguntarán por los números y otras cuestiones
que sólo atienden a razones. Pero el pensamiento poético responde con
interrogantes bellos, verdaderos y dolorosos. Ser poeta es ser
fundamentalista o radical hasta morir. Su pasión, experimentar en las calles y
en los caminos, en los senderos y en los callejones del laberinto de la vida.
El alma encarnada del lírico, encierra en sí misma, todos los misterios. Los
hielos del mundo no son sino parcelas en su piel. Su mirada es una espada. Por
eso, su alma es pesada y huye de toda ligereza. Su vida es fastuosa siempre.
Porque en la piedra más pequeña encuentra el reto. El reto de superar la
belleza del mundo. Adán, sin saberlo, fue el primer poeta. El primero que quiso
saber que encierra la creación en sus entrañas. El primero que quiso superar al
creador. Ese es el reto y la maldición del poeta. Y todavía no he conocido a un
hombre que no participe de alguna manera de este sufrimiento.