Translate

ESENCIAS EN LA ESPIRITUALIDAD



I.





Bajo el umbral del eterno
paré a reflexionar un día
pareciéndome durar años
el pensamiento que tenía.
Comencé a orar pensando
en cosas que me ocurrían
¿Eran normales o no eran?
¿Quién conocía respuesta?
Y caminando por la plaza
de un pueblo empedrado,
mientras ruidosa la gente
junto al templo se reunían
cantó mi alma recordando
 a mi maestro de la infancia
Cristo, sin olvidarme que
hay mil caminos perdidos
ninguna verdad es sencilla
 las más simples cosas suelen
ser muy difíciles de explicar
 Son pocos los que escuchan
y menos son que no juzgan,
Y yo digo -Hermanos Todos
hermanos todos de lo mismo
de carne, de la tierra somos.
tanto el alma como lo divino.
Hermanos todos de lo mismo.



II.




Hay dos tendencias que 
nos empujan. Una hacia
arriba, hacia el cielo de
constelaciones, estrellas
como Acuario o Géminis.
Allí habitan seres vivos
en galaxias antiquísimas.
Algunos dicen de seres
reptilianos de vibración
baja, y ponen ejemplos
como la arquitectura 
de los Mayas, en Copán,
y las Pirámides Egipcias.
que son dignas de admirar.
 Noto cierto escepticismo; 
se ha dispuesto ocultar
lo sobrenatural; de forma
que refuerzan un binomio
ciencia o espiritualidad
"explicaciones oficiales"
 en el mundo Occidental.


***


Hay una tendencia más
que nos empuja al suelo
llamemoslo gravedad
impulsos primarios o
Satanás; y el infierno.
Es el sexo, la herida 
y la homosexualidad,
 los vicios, la mentira
esa la gran dualidad:
Trata de controlar 
nuestras conductas,
de llevarnos a matar.




Y a la vez todo esto,
está dentro del alma
no se alarmen. Está
en los libros escrito;
y han habido cientos
en cada época un librito
en el cual el autor 
 pone las leyes humanas
 sobre nuestra conducta 
 como la forma divina
en la esencia de lo natural;

El cielo y la tierra se unen
para crear diversidad de
seres vivos, de creencias
y de sueños. Que yo creo
en mis cosas y también 
creo en las de aquellos.
















Si ella no lloró sangre
jamás nadie,
ni Jesucristo lo hizo.
Tenía el poder de la verdad
del inocente
del mendigo.
Sus ojos,
eran dos pequeños zafiros
bordeados de rubí
o quizás eran rojos
por los tragos y los cigarrillos.
La cruda realidad es que
había llegado más lejos,
había corrido más rápido.
Yo sabía que había que correr
muy veloz para llegar tan lejos.
Y que hay un punto de no retorno.
No eran los hombres;
ella no vendía su alma.
Era gran parte de su libertad.
Llevaba sus ojos
tatuados en mi memoria
y en el fondo
como en un túnel
me veía a mi mismo.


HACIA LA LUZ

I.
Quiero pensar que
un día, como éste,
cansada ya de buscar
mirando quizás
la pared blanca
de la habitación
o quizás mirando
el cielo azul del mundo,
despertarás entendiendo
que ha llegado la hora
de mirarse en el espejo.


II.

Despertarás,
un día como éste
desnuda como un cristal.
Y, el amor, como luz
que atraviesa el hielo;
disipará todo tu miedo.
Querrás saber
de las cosas que son verdad
de la vida
de todo lo bueno.

8 de noviembre de 2015




Mamá,
hay un hombre que llora
ha marchitado las últimas flores,
y en su rostro se adivina
algo peor que la locura.
Hay un hombre que llora
porque ha perdido su chaqueta
con una nota de suicidio y la última rosa.
Mirad,
por ahí va el hombre que camina las sombras.
Su rostro no tiene edad
y tiene el tamaño justo
de la mancha de sangre en la pared,
de la cuchilla, del mar y del veneno.
Mirad todos al hombre que llora.
No tiene máscara y le duele la luz,
pero en el fondo es un gran alpinista.
Mirad en el fondo de sus ojos
como le abandona la vida.
Mirad en el prisma de su alma
como se destruye una vida.
Camina y retrocede.
Ahora canta. Ahora calla.
Mirad en el borde de sus labios la verdad.
La verdad del condenado.
La verdad del culpable.
La verdad.
Cae el último pétalo de su espalda.
Ya no tiene llanto que ladrar.
En el espejo de su sombra
hay tierra sobre una fosa.
Sin flores,
sin adornos,
sólo sangre.



DESDE EL INFIERNO

Éste es el prólogo y necesaria introducción a la catástrofe que forman las líneas que siguen. Este blog está escrito en el infierno. Debe entenderse como un instrumento de su autor para buscar la verdad y salir de él. He vivido demasiado tiempo en la duda, rechazando una vida normal, con la libertad por bandera. He experimentado en laberintos que nadie debe sortear. He sobrevivido.  Y he hallado verdad en los aciertos y también en las equivocaciones,
La Divina Comedia, citada en esta obra varias veces es suficiente para no escribir ni una sola palabra de este blog. Casi toda parte de mi obra ya estaba escrita con otro orden en las letras, en las ideas en obras anteriores. La vida de los hombres muchas veces corre por los mismos cauces. Aunque hay quien nunca se aparta del amor de Dios.
Me han confundido mucho los autores respetados que han vivido errados. Si es que eso puede considerarse vida. Yo elegí a mis malditos, eclécticos,  atemporales, equivocados hasta la locura. Si sonó la flauta fue por burro o por influencia de mi Beatriz particular, Keily Patricia Ponce Aguilar, quien tanto sufrió a mi lado y quien se cansó de mis dudas y me abandonó a mi suerte.
 Al final, sin extenderme mucho diré que perdí todo lo importante. Que enferme gravemente. Que me perdí muy lejos, más allá de la moral de los hombres. Y que no he encontrado nada peor que la certeza de estar completamente solo.
Las drogas ayudaron mucho ha confundirme. Me evadía de la realidad y agrandaba el problema hasta unas dimensiones que hoy por hoy aún me cuestan confesar.
De las líneas siguientes, no sé si salvaría algo. Aún no he tenido el valor de releer tanto dolor y pena.
Ahora vivo en la verdad. La vida ha cobrado sentido.  Veo el sentido en cada cosa, por pequeña que sea. Hablo del sentido de la vida. De una vida normal que yo siempre rechacé.
 Así he desperdiciado 15 años de mi vida. Hundiendo mis raíces en la debilidad y en todo lo oscuro. Yo trataba de huir de ese fantasma como quién intenta quitarse una camisa de fuerza. Me era imposible. Alguna vez sentí la verdad cerca y cambié durante meses virando hacia el cristianismo evangélico. De ahí una parte de la mitad final de los poemas.
 Ahora soy mucho más exigente.  Analizo cada pregunta existencial consciente de que detrás se desatan más desafíos, nuevas preguntas. Tengo la seguridad de que podemos llegar a Dios por el camino de la razón y el entendimiento. Voy lentamente en esta tarea. No quiero equivocarme.  Tengo claras cuatro ideas: norte, sur, este y oeste. Esas son las bases de mi verdad. Son los cimientos de mi entendimiento, de mi parcela de verdad.

Parcela de ese campo; con un solo Dios para todos los hombres de la tierra, conozcan o no su nombre, de ese Dios que nos hace a todos hermanos. Por eso, debemos ayudarnos mutuamente al buscar la verdad. Por eso para mi no está reñido el neodarwinismo con la idea de Dios.
 La verdad está en la ciencia y en el espíritu de las religiones. También en la realidad. Y la razón de toda esa humanidad nos hace tener cada vez resultados más notables. Estoy seguro que siempre triunfa el bien sobre el mal y que hay más hombres que viven parcelas de verdad que hombres equivocados. Construyamos la verdad desde la razón, mirando que hay de esencial en todas las religiones, en todas las formas de espiritualidad. Tenemos la tarea de reconstruir la religión relativizando los libros hasta ahora sagrados.


(A Keily)



Esa tarde, 
en Madrid, 
lloraban las calles.
Esa tarde, 
en aquella terraza
de Atocha, 
te sentía tan fría 
que creía que iba a morir
de tristeza.
Nunca un beso
ha sido tan terrible.
Ningún abrazo
tan distante.
Éramos sombra.
Éramos hielo.
Éramos huérfanos
de todas las cosas.
Ya en la estación perdida, 
nuestras almas rotas,
los gritos sordos,
la confusión 
y la despedida.
Nunca he querido 
a nadie más en mi vida.






Tú que ibas a estar ahí
cuando las cosas salieran mal,
cuando ya no viéramos camino
-sin luz, sin norte-.

Tú que ibas a estar ahí
a propósito de mis quebrantos:
Explotado por dentro
como un animal acorralado
-con miedo, con ira, sin mañana-.

Dedicarte un sueño
es singularmente doloroso.
Simplemente desapareciste
entre las vidas normales
los trajes de presumir
y la infinita indiferencia.




Al tiempo, casi sin pensarlo, te das cuenta de que hay un tipo de soledad que no puedes llenar. Es como llevar una tormenta en las entrañas. Es una lucha contigo mismo. Un puente hacia ninguna parte.

He tratado de llenar como he podido ese pedazo de insatisfacción, y luchado en la batalla, y he perdido la guerra. Es como una espiral infinita o como una laguna casi seca. Esa soledad, que forma parte de ti, que no puedes sacar de dentro, me ha acompañado en cada instante de mi vida.Yo soy uno de esos hombres grises que pelean por un poco de felicidad. Soy uno de esos que llama a la vida existencia. Pero de esa lucha, de cada día, he sacado algo que podríamos denominar positivo, una lección.

La lección en verdad es siempre la misma. Es como una herida que se hace cada vez más grande. La vida conlleva, por tanto, dolor y sufrimiento. Conozco los caminos que conducen a los hombres a evitar el dolor y el sufrimiento. A veces, hay que pellizcarse para saber si uno está viviendo en una pesadilla. A veces, despiertas y realmente estás viviendo en una pesadilla.


No alcanzo a comprender bien este vacío. Nadie alcanza a comprender la naturaleza de este tipo de soledad. Así, aunque andamos rodeados de seres humanos por todas partes vivimos en una especie de cárcel en nuestro interior. Muchas veces he buscado la maldita llave y muchas veces he tropezado. Muchas veces me hundo cuando me pregunto si es que no existe la llave. Y ya a esta edad comprendo que será una tormenta que me acompañará siempre. Desde la cuna hasta el ataúd.

¿POR QUÉ LLORAS?



Algún día
de tus pequeños ojos
quedará un corazón prendado.

Será tu refugio.

Llenarás, sus días de dicha
y las noches

-¡shhh!, 
es tarde

                Hay que dormir para volver
                                    a soñar con tu mundo 
                                                      de colores y sonidos.


                                                    * * *

                                                 Eres luz 
hasta en la niebla. 
Sensible al más mínimo detalle. 
Siempre atento a una mirada.

Los brazos de papá
te sostienen fuertes
Eres tan indefenso
que dan ganas de reír.
Tienes tanto que aprender
y tan poco que maldecir. 
Todo para ti es nuevo. 
Todo es maravilloso. 
Desde el reloj de la pared 
hasta la barba del abuelo
todo es bonito, todo es bello.
Eres luz, y ya paraste de llorar.

(Dedicado a mi sobrino Alejandro).

SOBRE LA SOLEDAD




Al tiempo, casi sin pensarlo, te das cuenta de que hay un tipo de soledad que no puedes llenar. Es como llevar una tormenta en las entrañas. Es una lucha contigo mismo. Un puente hacia ninguna parte.

He tratado de llenar como he podido ese pedazo de insatisfacción, y luchado en la batalla, y he perdido la guerra. Es como una espiral infinita o como una laguna casi seca. Esa soledad, que forma parte de ti, que no puedes sacar de dentro, me ha acompañado en cada instante de mi vida.Yo soy uno de esos hombres grises que pelean por un poco de felicidad. Soy uno de esos que llama a la vida existencia. Pero de esa lucha, de cada día, he sacado algo que podríamos denominar positivo, una lección.

La lección en verdad es siempre la misma. Es como una herida que se hace cada vez más grande. La vida conlleva, por tanto, dolor y sufrimiento. Conozco los caminos que conducen a los hombres a evitar el dolor y el sufrimiento. A veces, hay que pellizcarse para saber si uno está viviendo en una pesadilla. A veces, despiertas y realmente estás viviendo en una pesadilla.


No alcanzo a comprender bien este vacío. Nadie alcanza a comprender la naturaleza de este tipo de soledad. Así, aunque andamos rodeados de seres humanos por todas partes vivimos en una especie de cárcel en nuestro interior. Muchas veces he buscado la maldita llave y muchas veces he tropezado. Muchas veces me hundo cuando me pregunto si es que no existe la llave. Y ya a esta edad comprendo que será una tormenta que me acompañará siempre. Desde la cuna hasta el ataúd.

DE NUEVO AL ABISMO


E internarse de nuevo en el bosque oscuro
donde no llega ni un rayo de esperanza.
Yo que nací con la esperanza en los labios,
que imaginaba volar alto.
Ahora, regreso al paraíso perdido.
Sin vida, por las calles errante,
naufragando en el asfalto,
lejos de todos los lugares.
Las lágrimas marcarán el sendero
de vuelta hacia ningún sitio.
De nuevo al abismo.

Llueve sobre el puente



Llueve sin ganas pero con una infinita paciencia, como toda la vida, como una eternidad sin aliento. Llueve como yo siento. Las lágrimas del cielo, en silencio golpean sobre mi cuerpo desnudo.

Ya no tengo rumbo, ya no tengo ni edad ni pulso. Ahora hace tres meses desde que te alejaste, sin rumbo. Tu rostro destruido se me hace difícil de olvidar.

Alguien grita a lo lejos. Yo me agarro fuerte de la barandilla y pongo mis piernas y mi cuerpo al otro lado. Ahora, las voces suenan más enérgicas y yo me hago más fuerte en mi decisión.

Es la hora exacta, el mismo puente y la misma Luna. Ahora quiero ser como la lluvia y caer sobre la tierra mojada.

Las luces de los coches me ciegan y salto. Creo que voy a voy a vomitar mientras caigo. Y en ese momento, algo se rompe en mi existencia. Es la vida, que me abandona con su cielo y, su infierno.

SUEÑO DE INVIERNO



He despertado sobresaltado,
en mitad de la noche,
gritando desesperado
en un oscuro zulo
en el que la luz de la luna
a penas permitía discernir nada.
Pedía auxilio y no había nadie
hasta que, en medio de un ataque,
he vomitado un liquido oscuro.

Cuando he vuelto a dormir
sobre la tierra helada,
he notado, una luz tímida
jugueteando en el ribete de mis párpados.
Y al abrir los ojos a la noche,
a la vez de un golpe
una voz grave y terrible
y un cuchillo atravesando mi pecho.



ESTE LENTO ASESINATO




















He abierto la cabeza
de un hombre y he visto
su abismo de miseria.
Esperar hasta la muerte.
Envejecer y sólo envejecer,
viendo el reloj marcando
el tiempo; tic, tac,
tic, tac, y delante
del segundero
como una guadaña
acechando al reo,
va tu vida y,
cada hora más pesada
cada día más angustiados
cada año más sedientos.
He abierto la cabeza
de un hombre y he visto
su abismo de miseria.
¿He visto de cerca la vida
y que he encontrado?
Buscar para perderse
para no encontrarse
para enloquecer
miserablemente
con este lento asesinato.

SOBRE LO INVISIBLE


Nada amigos sobre lo que no palpamos. Nada. Ninguna respuesta es suficiente. Ninguna señal es determinante. Caminamos hacia la muerte sin ningún sentido. Sólo el caos parece un lugar apacible en el que descansar. 

De la verdad, mejor no hablar ni de verdad ni de certezas. Las palabras son como de humo. El pensamiento es un buque entre la niebla. Naufragando. 

Adiós amigos. Adiós a todos. Las lágrimas impregnan mis ojos. Mi corazón está cansado. Quiero ser polvo. Descansar en la montaña. Voy a implosionar. Voy a reventar por dentro, con esta herida, con tu herida también. 

No vamos hacia ninguna parte. Nuestras no-vidas son un espectro en grises. Hasta el silencio parece mi enemigo. No me ayuda. Me hace más consciente. Más consciente del dolor. 

El amor es un contrato y un egoísmo de dar lo que no se tiene, lo que nadie tiene.
Sólo despertamos para acabar el día.

La amistad es un esfuerzo doloroso por huir del dolor. 

La vida de los hombres no tiene esencia. La esencia al final es el absurdo. 

Creo razonablemente que vivimos una especie de infierno. Somos malditos. Al planeta Tierra debiéramos llamarlo Lento Holocausto. El placer hace más insoportable al displacer. El hedonismo es la forma más vana de vivir. Quizás también la más lenta de sufrir.

Religiones o espiritualidad no son más que cuentos y locura a partes iguales. Quizás haya que creer en un relato para encontrar paz. Quizás una buena historia pueda explicar todo esto. Entonces vivir en un relato sería exiliarse de la no-vida. Todas las revelaciones tienen una parte de locura y una parte de mentira. 

 La lucidez es otro relato más. Todos estamos locos. Los locos están razonablemente sanos. Algunos viven en su mundo. Qué suerte poder vivir en otro mundo. Imagino, siempre desde mi deformación cristiana, que otros hombres viven en el cielo. Pero soy incapaz de pensar un cielo distinto de la nada. 

El tiempo es el intento de ordenar las desdichas. Es quizás la máquina de tortura más sofisticada después de la vida misma.

EL HORIZONTE ES BLANCO



He mirado por la ventana y, he visto.
He visto cosas que antes no podía ver.
Había abundante agua, tierra y luz.

Y mis dedos jugando con su cabello;

se gira y me regala una sonrisa
que me devuelve a un horizonte blanco,
y a todas las cosas que son verdad.

Había abundante agua, tierra y luz
como para abastecer a miles de niños
en un paraíso nada lejano.

He mirado por la ventana,
en una mañana blanca.

LA VERDAD, EL CAMINO Y LA VIDA


He vivido siempre en la duda
atormentado en rutas siniestras
tratando de encontrar luz
en pasadizos silenciosos.
Creía que no habían límites
para esa búqueda atroz
de la verdad de las cosas,
de la bondad y de la vida.
He malgastado mi tiempo
en charlas sin sentido
con cadáveres espirituales
y calaveras de Hamlet.
Yo era el loco, y mi perdición
todo lo que se apartaba de lo bueno.
Treinta años buscándote padre
sin saberlo, en lo mundano.
En todos los vicios enfermizos.
Agotado en la duda.
Sin paz, sin amor.
Pero poco a poco,
fui entendiendo y,
un día como éste
algo nació en mi corazón.
Desperté desnudo,
como un cristal 
frente a un espejo.
Y con la luz de la primavera
pude ver como la montaña
se alza hasta tocar el cielo.
Entonces encontré el camino.
Entonces encontré la verdad.
Entonces encontré la vida.

LA MIRADA DEL LOBO



Toledo,
a 31 de enero de 2016

"Cuenta mi leyenda que Eva murió en uno de los primeros asaltos. Mi pérdida y lo que la provocó son el corazón de este documento. Mi leyenda comienza así, sin explicaciones ni preámbulos. Empieza en la creencia en el mal como espíritu. En la creencia de Satán como encarnación del mal. Y en el respeto y el repudio a su poder. Sólo la nieve sabe el misterio de Satanas*.


 Fue como una sombra avanzando lentamente sobre la ciudad. Primero unos ojos turbios tras una esquina, un animal merodeando aquí y allá. Luego el sonido  de mil pisadas enérgicas y los gritos  en la noche. Pronto la sangre tiñó la nieve sobre el asfalto y, los aullidos insoportables de las bestias devoraron nuestras almas.

Son las 7 de la tarde, huyo desesperadamente de una manada de lobos que me ha asaltado en un pequeño pasadizo. Abandoné mi vehículo sin gasolina a pocos kilómetros. El hambre y la sed son más fuertes que el miedo.

Al principio nadie se tomaba en serio a los lobos. Sólo cuando fue demasiado tarde y Toledo a lo lejos desaparecía entre el humo de los automóviles, empezamos a darnos cuenta que habíamos perdido la guerra. Pero yo decidí quedarme. Decidí enfrentar a la bestia. Tenía que mirar de frente sus ojos y clavar mi cuchillo en su barriga. Por Eva, a quien tanto había querido.  Ahora corro por mi vida, pero ya no puedo más.

He salido del pasadizo, corro una calle en cuesta, el refugio está cerca.  Me vuelvo abriendo la navaja y escruto esos ojos rojos que de repente me rodean y me desgarran la carne salvajemente. No siento dolor. Mi sangre brotando como ríos y mi mente se disuelve en el inconsciente.                                                                                                

El mar. El inmenso azul del mar y una isla perdida a lo lejos. Eva descansa sobre la cama, dormida, exactamente, bella.  No tengo un recuerdo mejor del pasado. Cuando la paz y el sol llenaban cada amanecer.

Despierto sobresaltado. El cuerpo duele como si me hubieran cosido las heridas con un cuchillo de monte. Estoy en el refugio, a salvo de los depredadores. Lucas me cuenta que llegaron justo a tiempo, por casualidad. Me ha ordenado que no salga solo y ha dispuesto para mí de un arma de fuego. Me ha puesto al día de la situación, con la nieve y el temporal, el ejército tardará en entrar en la ciudad.

Por las noches los aullidos insoportables, el crujir de la carne y de los huesos, los pasos de los lobos corriendo atropelladamente tras una nueva presa. Ríos de lobos por cada avenida, por cada rincón, como locos hambrientos devorando un cadáver sobre la mesa de una cafetería o merodeando por los pasillos de un centro comercial donde, al acecho, tras el cristal de una cabina telefónica, lloraba una niña abandonada.  

Recuerdo ver con los prismáticos a la niña tras el cristal de la cabina y veinte lobos lamiendo y arañando su esperanza. Desoyendo el consejo de Lucas salí del refugio pisando la nieve resbaladiza. Al llegar, quité el seguro a la beretta y apunte al más grande. Un único disparo fue suficiente para reventar al animal sin dolor. El resto huyó, de momento, hacia las sombras de las que provenían.

Cuando, las explicaciones racionales, son insuficientes, se avivan las creencias en lo sobrenatural. Vivíamos en una ciudad maldita. Realmente estábamos en el infierno. Y mucha gente comenzó a creer que el Apocalipsis había llegado a Toledo, donde arderíamos para siempre entre lobos.

Solo la nieve sabe la grandeza de Satán. La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Pero habíamos visto demasiado. Velando el cuerpo de mi mujer aprendí que hemos venido al mundo para morir y ese es el castigo: no poder  alcanzar la inmortalidad.

Los últimos abandonan hoy la ciudad. Yo me quedo con Silvia. La niña que rescaté. No se quiere separar de mí. Y a estas alturas yo no me quiero separar de ella. Después de dos días incomunicados por la tempestad, la radio nos trae noticias de otras ciudades. La invasión de los lobos se ha extendido a otros pueblos limítrofes. Incluso las primeras manadas están sembrando el pánico en Madrid. Los militares están tomando el mando. Se aconseja a la gente que no salgan de sus casas. Un consejo de biólogos ha examinado a varios ejemplares muertos. El tamaño de los lobos es mayor que el habitual. Los colmillos son más largos y los ojos rojos como la sangre. Han confirmado rabia en algunos de estos animales. La comunidad científica está conmocionada.

En el refugio somos ocho. Los últimos de Toledo. La resistencia ante algo que creemos imparable.  El castigo de los dioses. Silvia, delante del fuego, está jugando al Carcassonne con Ignacio. Mientras, Soraya, prepara arroz con verduras y un poco de pollo. Aunque la ciudad está llena de alimentos envasados, ir a por ellos es todo un reto que puede acabar en una aventura letal.  Los alimentos frescos escasean. Están pudriéndose en los almacenes, en los frigoríficos y en las despensas.

Lucas ha salido con el resto de la cuadrilla para encontrarse con los militares. De momento no hay noticias del lobo. Han pasado cuatro horas desde que se fueron. Demasiado tiempo. Empiezo a ponerme nervioso.  La televisión está dando la noticia todo el tiempo. Pero nada de información que pueda darme alguna pista de porqué se retrasa su llegada. 

De repente salta la alarma y la calma se rompe. Algo o alguien han entrado en el perímetro de seguridad.  En la cocina cae un plato estallando contra el suelo. Ignacio me mira con desasosiego y Silvia empieza a gimotear. Entonces, quito el pestillo de seguridad a la beretta,  cargo el arma y me dirijo a la ventana. Ignacio con la escopeta se dirige a la parte de atrás donde está el ventanuco. Soraya se ha quedado apaciguando a la niña que deja de gimotear. La alarma sigue sonando. Y mientras pasan los minutos como horas.

A lo lejos, empiezo a ver algo que no distingo, podría ser el ejército por sus dimensiones. A medida que se acerca, esa masa indefinida, mi mente se tensa como la soga de un reo condenado a la horca. Y, cuando consigo discernir de qué se trata, un impulso eléctrico me recorre y se clava como un punzón en mi estómago. Es el miedo, que ahora nubla mi arrojo.  El miedo. El miedo al misterio, el miedo a no saber, a no conocer, a experimentar las dimensiones más extravagantes de lo desconocido. El miedo por la duda. ¿Realmente ocurrió ante mis ojos o solamente soñaba? No lo sé, aún, pero lo que vi, fue, infinitos lobos corriendo como alucinados acercándose hacia mí.

Yo fui incapaz de decir nada. Del otro lado de la casa, Ignacio gritó. Gritó tan fuerte que Silvia se tapó los oídos y comenzó a llorar. Pero no era lo mismo que yo vi aquello por lo que aquel gritó, sino que él exclamó: “están aquí”.

Y era cierto, miles de soldados, como una marea humana se extendió entre las calles, entre los pasajes y el pequeño laberinto que es ésta ciudad. Sonaban disparos a diestro y siniestro y nosotros también disparábamos hasta que la munición se quedo reducida a unas pocas balas en mi beretta y dos cartuchos en la escopeta. Entonces decidimos subir a la furgoneta para ir a por más armamento, ya que la cuadrilla se había llevado la munición y otras muchas armas. Rumbo a un arsenal de una víctima que yo conocía los soldados se interpusieron en nuestro camino.

Un sargento me explicó que se había decretado el estado de excepción, que Lucas y los otros estaban muertos, que sus cuerpos habían sido encontrados a pedazos. Habían tenido que reconocerlos por el ADN. Sus familiares y amigos estaban destrozados al igual que los supervivientes que habían perdido a algún ser querido en la tragedia. Se oficiará una misa, dijo en presencia de su majestad el rey, y toda la cúpula del gobierno en Madrid. Nos obligaron a marcharnos y no tuvimos alternativa. Me opuse a huir y me llevaron detenido. De camino aún tuve oportunidad de matar un par de lobos más. Hasta que me requisaron el arma.

Nos recibieron como héroes. Toledo quedó desierto, deshabitado y maldito por muchos años. Los lobos no han desaparecido aún del todo. Y de vez en cuando salta la noticia de una víctima más. La prensa nos preguntó porqué no huimos cuando aún estábamos a tiempo. Cada uno tenía sus razones. Yo, personalmente, sólo quería mirar a los ojos del lobo que me sumió en la desdicha e intentar descifrar el secreto de la bestia".


*La cita es del poeta Leopoldo María Panero.
.

EL ÚLTIMO POEMA


I. PARA ABRIR EL ABISMO

Aferrado como estoy a ninguna parte,
cuando quiero evadirme, 
sólo una pregunta es suficiente
para abrir el abismo:
¿Dónde vas a ir a buscar tu canción?
¿Dónde vas a escribir tu último poema?
El que diga todas las cosas que son verdad.
No quiero mirar de frente las horas muertas
como un tranvía en una estación abandonada
a las patadas, al frío y a la soledad.


II. LA SOLEDAD

La soledad, por si no lo saben,
es un espíritu malvado que,
cuando miramos hacia adelante 
clava en nosotros su aspera desesperanza.
No quiero ser un pasajero de ese tren.
¡No quiero ser un pasajero de este tren!
Ver morir las hojas del calendario
como fotografías antiguas
que han cambiado de color.


III. EL REMORDIMIENTO

Son pálidos recuerdos
los que vienen a mi mente marchita
Sí, ese luminoso Edén de la niñez:
Mi madre con sus manos suaves 
doblando las sábanas,
el primer beso que me dieron
y también las patadas.
Tenía un sueño en la niñez:
Quería levantarme y hacer todas las cosas bien
desde aquel ahora hasta el final de mis días.
Supongo que soñaba con ir al cielo.
Luego vino la realidad de un día tras otro
acumulando faltas, deudas, golpes, errores;
remordimiento al fin.
Quería ser santo. 
Quería ser perfectamente bueno.
Pero el corazón alberga siniestras rutas
hacia el mal. el odio y la destrucción.
Y así durmió mi pensamiento,
no sé ya cuanto tiempo
que recuerdo aquel lejano sueño
como el sueño de otro.
Otro que no fui yo.

IV. DESPERTAR

Los sueños son,
para quien quiera saberlo
una maldición de Dios.
Refinadas máquinas de tortura
que cuando despertamos
se disparan en nuestras sienes.
Despertar de los sueños,
busquemos el último poema escrito,
el que dice todas las cosas,
que responde a todas las preguntas.
Y dejemos de evadirnos,
en la estación de la soledad.
La realidad es aquí y ahora.