Translate

EL ESPEJO






EN EL ESPEJO HAY UN HOMBRE. CONOZCO A ESE HOMBRE. LEO EN ÉL COMO A TRAVÉS DE UN CRISTAL. SOMOS GRANDES AMIGOS, HEMOS VIAJADO TANTO JUNTOS, NOS HEMOS BUSCADO TANTO, QUE SOMOS ETERNOS. SU LUZ OPACA DIBUJA UNA SONRISA  DÉBIL. YA NO ME ASUSTA SU ALARGADA SOMBRA.

PIENSA QUE HEMOS LLEGADO AL FINAL DE UNA NOCHE PARA EL OLVIDO. LA NOCHE  QUE LLOVIÓ FUEGO DEL CIELO. LA NOCHE QUE RECUPERAMOS EL ESPEJO Y MELPÓMENE CANTÓ PARA NOSOTROS.

CUANDO LA CABALLERÍA ENEMIGA ABATIÓ A LOS ARQUEROS DEL REY, ÉSTE ESTABA YA MUY LEJOS. SIEMPRE HABÍA SIDO UN GUERRERO PERO ESTA VEZ TUVO QUE ABANDONAR EL CAMPO DE BATALLA POR UN IMPERATIVO. EL ESPEJO ESTABA EN PELIGRO. Y QUIEN MEJOR QUE EL VIEJO REY PARA PROTEGERLO DEL OSCURO.

EL CIELO ARDÍA LITERÁLMENTE. HABÍA QUEDADO SÓLO ÉL DE SU DESTACAMENTO Y ESTABA HERIDO. ASÍ QUE PENSÓ HACER EL CAMINO QUE LE QUEDABA A TRAVÉS DE LA MONTAÑA NEVADA. HACIENDO NÚMEROS, EN LLANO Y A LA VISTA ESTABA PERDIDO. AUNQUE ERA HÁBIL CON LA ESPADA, NUNCA PODRÍA SUPERAR SU DESVENTAJA NUMÉRICA.

TUVO QUE CORRER MUY RÁPIDO ENTRE LOS ÁRBOLES, PORQUE LA TORMENTA DE FUEGO AMENAZABA CON DESTRUIR EL ESPEJO. PEQUEÑOS METEORITOS LLOVÍAN DEL CIELO  EXPLOTANDO ENTRE LA NIEVE. EL OSCURO LANZÓ SU ÚLTIMO CONJURO Y UN PODEROSO RAYO ALCANZÓ A SU MAJESTAD, QUE CAYÓ PARALIZADO EN ESTADO DE SHOCK. EL ESPEJO AL CAER SE PRECIPITÓ DURAMENTE CONTRA LAS ROCAS QUEBRÁNDOSE EN VARIOS TROZOS.

UNA PAREJA DE BUFONES INTENTABA ANIMAR A LA REINA CON CANCIONES VULGARES, CUENTACUENTOS Y PANDERETAS CUANDO EL ARCONTE DIO LA NOTICIA EN PALACIO. AL OÍR LA TERRIBLE NUEVA LA PRINCESA ABANDONÓ LA ESTANCIA. LA PAREJA DE BUFONES SE ESTIRABA DE LOS PELOS MALDICIENDO. LAS CORTESANAS LLORABAN DESOLADAS Y LA REINA SE RETIRÓ A SU HABITACIÓN DONDE ESCRIBIÓ  UN MENSAJE QUE POCO DESPUÉS PUSO EN LA PATA DE UNA PALOMA. CUANDO SE ASOMÓ A  LA VENTANA DE SU TORREÓN PARA DEJAR LIBRE AL AVE,  VIO COMO LA PRINCESA SE ACERCABA AL BORDE DE UN ACANTILADO DE GRANDES DIMENSIONES. SÓLO ENTONCES ESTALLÓ SU IRA Y SU SED DE VENGANZA. PERO CUANDO FUE A GRITAR PARA AUXILIAR A SU HIJA LA VOZ SE LE MURIÓ EN LA GARGANTA.

AL FILO DEL ACANTILADO, LA PRINCESA, SOSTENÍA UN NARCISO DE PLATA.  EL AIRE HELADO SACUDÍA SU VESTIDO DE INFINITA PUREZA.  LA DERROTA EN LA MENTE  LE CONDUJO A PENSAR EN ARROJARSE AL ABISMO. PERO CUANDO SE ASOMÓ Y VIÓ EL MAR AGITARSE ENTRE PEÑASCOS SE DIJO ASÍ MISMA QUE NECESITARÍA ARMARSE DE VALOR.

EN EL PARNASO APOLO Y LAS MUSAS CALLARON Y MELPÓMENE EMPEZÓ A CANTAR. LA MUSA ENTONÓ UNA MELODÍA  LENTA, ESTRIDENTE Y ELEVADA SEMEJANTE A UN GRITO DE DOLOR. EL MUNDO SE DETUVO. EL GRAN RELOJ DE ARENA DE PALACIO SE PARÓ. LA SANGRE DE TODOS LOS MORTALES QUEDÓ ESTANCADA. LOS OCÉANOS SE CONGELARON.
ADOPTÓ MELPÓMENE LA FORMA DE UNA MUCHACHA DE BELLEZA PÁLIDA. DE LA NADA,  LA MUSA DE LA TRAGEDIA APARECIÓ EN LA MONTAÑA NEVADA. EL REY HERIDO DE MUERTE DESCANSABA JUNTO AL ESPEJO ROTO.  LA MUCHACHA SE DIRIGIÓ HACIA EL REY Y BESÓ LEVEMENTE SU ROSTRO ENVEJECIDO. BASTÓ ESTE GESTO PARA QUE  SU MAJESTAD VOLVIERA EN SÍ. COMPRENDIÓ QUE LA GUERRA ESTABA PERDIDA. PRONTO SE ESTIRÓ HASTA ALCANZAR EL ESPEJO  Y  CON INFINITA SOLEMNIDAD SE MIRÓ EN ÉL. TARDÓ MUCHO TIEMPO HASTA QUE PUDO EXPRESAR UNA SOLA EMOCIÓN. EL ESPEJO REVELA LA VERDAD. PERO QUEBRADO PUEDE LLEVAR A UN HOMBRE A LA LOCURA. AL MIRAR A LA NIEVE QUE CUBRÍA LA PENDIENTE, CREYÓ VER ESPÍRITUS  DE HUMO CON FORMA SEMIHUMANA Y OJOS INYECTADOS EN SANGRE. ALGUNOS LE ATACABAN Y LE EXIGIAN SU CORONA. DESPUÉS LA FIGURA DE LA MUSA SE TRANSFORMÓ, A SUS OJOS,  EN SERPIENTES ALADAS. EL REY DESAPARECIÓ A TRAVÉS DE LA NEVISCA. Y MELPÓMENE PUSO A SALVO EL ESPEJO. QUE HABÍA SIDO ABANDONADO A SU SUERTE.
  
EL MUNDO VOLVIÓ A PONERSE EN MOVIMIENTO POR OBRA DE LA MUSA. EN PALACIO LAS CORTESANAS CORRÍAN ALBOROTADAS BUSCANDO A LA PRINCESA. PERO LA REINA CALLABA SOSTENIENDO UN NARCISO DEL AJUAR DE LA HIJA. SÓLO ELLA HABÍA VISTO  A LA PRINCESA ARROJARSE  DESDE EL ACANTILADO AL MAR. Y POR ESO SU ROSTRO TEMBLABA DE DOLOR. Y POR ESO SOSTENÍA LA FLOR CON DUREZA, PORQUE NO QUERÍA QUE NADA MÁS SE PERDIERA EN EL ABISMO.

EL CIELO SIGUIÓ ARDIENDO DURANTE MUCHOS AÑOS. EL EJÉRCITO ENEMIGO ARRASÓ PUEBLOS ENTEROS TORTURANDO Y VIOLANDO A HOMBRES Y MUJERES. POCO A POCO EL REINO DEL MAL CONQUISTÓ OTROS TERRITORIOS Y SE PERDIÓ EN EL OLVIDO EL NOMBRE DEL REY SIN CORONA.

EL OSCURO Y SUS HUESTES HAN IMPUESTO LA LEY DEL HORROR SOBRE LOS QUE PERMANECEMOS ESCLAVIZADOS. SE CREE O SE QUIERE CREER QUE LA REINA ESCAPÓ CON LA GUARDIA REAL, VARIAS CORTESANAS Y EL ARCONTE. SE CREE QUE PLANEAN LA VENGANZA. QUEREMOS CREER QUE PRONTO VENDRÁN A LIBERARNOS. Y QUE EL REY VENCERÁ A LOS FANTASMAS Y VOLVERÁ ALGÚN DÍA A ARREBATARLE LA CORONA AL QUE AHORA NOS DOMINA.

PERO ESTO SON HISTORIAS QUE SE CUENTAN A LOS NIÑOS PARA QUE DUERMAN TRANQUILOS. ADEMÁS ESO ES SÓLO UN RUMOR. OLVIDAOS. NO ME HAGÁIS CASO. QUIZÁS OS ESTÉ MINTIENDO. TANTO TIEMPO SOMETIDO UNO PIERDE LA CONFIANZA EN LOS DEMÁS. QUÉ PUEDE SABER ESTE TRISTE BUFÓN. QUÉ SABE NADIE DE LOS MISTERIOS QUE ENCIERRA LA VIDA CUANDO ÉSTA SE VUELVE TRÁGICA. PERO SILENCIO, SE ACERCA EL OSCURO. TIEMBLAN LAS PAREDES, LA IDEA DE REALIDAD SE TORNA FRÍA. MI AMO PORTA EL ESPEJO Y SE ESTA REFLEJANDO DE TAL FORMA QUE DESDE AQUÍ ACIERTO A VER SU IMAGEN.

EN EL ESPEJO HAY UN HOMBRE. CONOZCO A ESE HOMBRE. LEO EN ÉL COMO A TRAVÉS DE UN CRISTAL. SOMOS GRANDES AMIGOS, HEMOS VIAJADO TANTO JUNTOS, NOS HEMOS BUSCADO TANTO, QUE SOMOS ETERNOS. SU LUZ OPACA DIBUJA UNA SONRISA  DÉBIL . YA NO ME ASUSTA SU ALARGADA SOMBRA.

PIENSA QUE HEMOS LLEGADO AL FINAL DE UNA NOCHE PARA EL OLVIDO. LA NOCHE  QUE LLOVIÓ FUEGO DEL CIELO. LA NOCHE QUE RECUPERAMOS EL ESPEJO Y MELPÓMENE CANTÓ PARA NOSOTROS.

NOTA A LOS LECTORES MÁS JÓVENES Y AGRADECIMIENTOS


JUGAR AL FILO DEL ABISMO CONLLEVA UN RIESGO, Y ES QUE PUEDES CAER EN ÉL. SALIR NO ES TAREA SENCILLA. TENDRÉIS TODA LA AYUDA DE QUIEN OS AME Y OS COMPRENDA. PERO EN EL FONDO OS SENTIRÉIS SOLOS Y DESGRACIADOS. LA ESPERANZA PARECERÁ UN ESPEJISMO EBRIO. LAS PALABRAS MÁS DULCES OS PARECERÁN HOSTILES. ODIAREIS. SOBRE TODO OS ODIAREIS. Y ODIAREIS EL ORDEN, LA LUZ, LO BUENO, Y POR ENCIMA DE TODO A DIOS.

DA IGUAL SU NOMBRE, DA IGUAL LLAMARLO DIOS, MAGIA, AMOR, VERDAD O LUZ. SENTIRÉIS UNA TERRIBLE NEGACIÓN HACIA TODO.

QUIERO CREER QUE ESTA LUCHA ES NECESARIA. QUIERO ENTENDER QUE TODO EL SUFRIMIENTO NO HA SIDO EN VANO. QUIERO PENSAR QUE FORTALECERÁ LA VERDAD.

POR MI PARTE LLEGO A UN PUNTO CULMINANTE DEL VIAJE. EVIDENTEMENTE ENCONTRÉ A MI BEATRIZ. EVIDENTEMENTE ME AYUDÓ ESCRIBIR. EL FUTURO TAMBIÉN EXISTE -COMO EL PASADO- Y SÉ QUE NO SERÁ UN CAMINO DE ROSAS NI MUCHO MENOS. SÉ QUE AÚN TENGO QUE AFIANZARME CON FORTALEZA. SE QUE ESTOY HERIDO. PERO EL MAYOR PELIGRO YA HA PASADO. LA HORA MÁS TERRIBLE EXPIRÓ. SE DISIPÓ TODO EL PESO DE LA CULPA. AHORA EL AMOR ABRE SUS ALAS Y YO LO ABRAZO.

GRACIAS A TODOS LOS QUE VIAJARON CONMIGO. GRACIAS INCLUSO A LOS QUE SE EQUIVOCARON, A LOS QUE NO ME VIERON.

Y SOBRE TODO GRACIAS A MI MADRE, A MI PADRE, A MIS AMIGOS Y EN ESPECIAL A KEILY. SON LAS 7:33 DE LA TARDE. EL SOL SE PONE. ME RODEA UNA PAZ Y UNA LUCIDEZ CÁLIDA. Y EN EL CENTRO EL AMOR INMÓVIL ETERNO, DIVINO.

CON ESTO QUEDA CONCLUIDO EL SILENCIO.



PROMETO VIVIR SIEMPRE EN LA LUZ

EL BLANCO SIEMPRE ES LA POSIBILIDAD DE VOLVER A NACER, ES LA ENERGÍA, ES UN SÍ. Y EL NEGRO, QUE ES NEGACIÓN DE LOS DEMÁS COLORES, ES EL ODIO  POR EL MIEDO AL ESPEJO DEL OTRO. ES VIVIR EN EL PASADO Y EL FUTURO AHOGANDO EL PRESENTE.

CONOZCO LOS SENDEROS QUE LLEVAN A UN HOMBRE A PARALIZARSE ENTRE LA LUZ Y EL ABISMO, PERO AHORA, ME INTERESA EL ROJO.

EL ROJO, ES EL AMOR. ES AHORA QUIERO SER UN HOMBRE QUERIDO. UN MIRARSE EN TU ESPEJO. UN TE QUIERO. BESOS, CARICIAS. EL AMOR CON ENTREGA TOTAL. LA POSIBILIDAD DE VOLVER A NACER EN OTRO,  EN UN HIJO.

EN CIERTO SENTIDO, EL ROJO ES EL RETORNO AL BLANCO, A LA LUZ, QUE SABEMOS QUE ES LA SUMA DE TODOS LOS COLORES.

Arriba las gaviotas gritan

La ciudad amanece. Cuerpos, como cadáveres sin vida, avanzan arrastrando los zapatos sucios por el asfalto. Los taxis no paran de piar o los pájaros no dejan de apretar el claxon. La confusión es la nota dominante de este valle gris que se extiende entre amenazantes rascacielos. Superman ha muerto. Nadie salvará a ese ejecutivo que esta mañana saltó desde la terraza de las oficinas. La esperanza golpeó contra el suelo y se partió en mil añicos. Así están las cosas en la metrópoli. Ni flores, ni cuervos. Aquí no hay nada bello.

El ruido de la radial de un obrero me despierta en mi ático de Diaz Moreu. La cabeza puede estallarme y el calor es tan asfixiante que cuando despierto parece que alguien se ha meado en mi almohada. Salgo a la ventana y un muro gris es todo lo que la vista alcanza. Arriba las gaviotas gritan como si estuvieran siendo torturadas por la GESTAPO. Son las 9:51 am. Entro a trabajar a las 10:00. Otra vez llegaré tarde a mi oficio de asesino. Ningún idiota podrá decirme que llego tarde. Soy el dueño de mi tiempo. Y el tiempo, es dinero. Poder. Corrupción. Manipulación. Palabras que resuenan en mi cabeza mientras mi turbia mirada se prepara para un nuevo día.

Hoy como todas las mañanas espero su llamada. Pongo a cargar el teléfono y mientras las tostadas se vuelven a quemar. Me siento al borde de la cama. Pienso si este frío es producto de la enfermedad. Pero esta tristeza helada sólo tiene como origen el miedo. El miedo a repetir la rutina, el miedo a no vivir. El miedo a estar equivocado al decir NO: ¡A la mierda con todo! Tiro mi colilla al patio de vecinos. El mundo es un vertedero que no tiene dueño. Por más que intenten ponerle fronteras. Son sólo fronteras en la mente. Hubo un día en que me preocupaba abrir la mente. Ahora sólo me preocupa el minuto. El segundo en que el teléfono empieza a sonar. Y mi corazón que se agita temeroso. Cuando descuelgo el celular oigo su voz: “Polígono de Babel. Calle de las metalurgias nº 2. Esteban Sánchez, 1´70 Cabello oscuro. Piel blanca. Tatuaje.”. No necesito más información. Voy al armario y saco la 357 Magnum. Apunto con el cañón al espejo y me siento como el jodido Robert de Niro.

A las tres de la tarde, el almacén está en plena actividad. De nuevo el calor me aturde hasta el extremo de querer evaporarme. Dudo si ponerme una media o no. ¡Qué coño! ¡A cara destapada! Salgo del coche y decidido entro a la nave. Mis zapatos chirrían contra el acerado suelo. Observo que se trata de un taller para helicópteros. Hay un enorme Bell UH-1H verde, un bimotor EC155 y un pequeño raptor. Cuando entro parece que nadie se fija en mí. De nuevo el sonido de una radial y el olor a disolvente. La grasa lo impregna todo. Un puto perro se acerca a olisquear. Podría matarlo de una patada. Pero no es mi estilo. Así que dejo al animal meter su hocico en mis pantorrillas y maravillarse con los olores de un mundo que él nunca ha conocido. Entonces veo a un tipo grueso y mi sistema nervioso se pone en alerta. Pregunto por Esteban. Desde la otra parte de la sala el tipo me indica que me dirija por el pasillo a la oficina. Es así de fácil. Esto no es una película. Nunca viene la policía, nunca surgen demasiados problemas. Recorro el pasillo adentrándome cada vez más en la oscuridad. Cuando llego a las oficinas pregunto otra vez por ese tal Sánchez. Así que me indican que espere en una sala de reuniones. Por las paredes, polvorientas fotografías enmarcadas de helicópteros de toda clase. Un pequeño helicóptero bañado en oro que hay en el centro de la mesa llama mi atención. Lo guardo en el bolsillo de la americana y espero. Entonces llega el tio. 1´70 Cabello oscuro. Piel blanca. Tatuaje. Confirmo el objetivo preguntándole el nombre y cuando aún no ha terminado de hablar descargo el cargador en su pecho. Las balas atraviesan las paredes de pladur e impactan a cientos de metros de distancia. Su cuerpo agujereado cae inerte contra la pared en una madeja de brazos y piernas sin sentido.

Ya lejos de la urbe, en mitad de páramos manchegos paro el automóvil para mear. Aprovecho para enterrar el arma y fumar un pitillo. Otra vez el móvil empieza a sonar, pero esta vez no es el del trabajo. Es mi teléfono personal. Hace semanas que no sonaba. Tanto tiempo que pensaba que habían cortado la línea. Tanto tiempo sumergido en mi soledad que había olvidado que tenía una familia, lejos, no importa donde, esperando. Es el cumpleaños de mi hijo y mientras contesto las preguntas desesperadas de la loca de mi exmujer pienso que el pequeño helicóptero bañado en oro que llevo en el bolsillo será un buen juguete cuando e
l bebé crezca.

Sufro narcolepsia desde hace años. Son ataques de sueño repentinos que duran una media hora. Normalmente no recuerdo nada después de despertar. Sólo noto pérdida de fuerza muscular. El día 1 de marzo de 2007 queda ya lejos, pero hay algo en ese día algo que me ocurrió en un sueño que no para de rondar por la cabeza.

Estaba en una estancia totalmente oscura. Sólo el sonido de mis pasos llenaba la sala y me hacía deducir sus amplias dimensiones. Tenía miedo porque no sabía como había llegado a parar allí. Anduve unos cuantos pasos, con las manos tanteando en el aire helado.

No había nada a mí alrededor. Me agaché a tocar el suelo. Sobre su superficie lisa, una fina capa de polvo lo impregnaba todo. Me levanté tiritando por el frío, noté un ligero olor a humo y a cera quemada. Cerré los ojos unos minutos para adaptarlos a la oscuridad. Luego los abrí para escrutar algún resquicio de luz, algún ligero brillo que me diera alguna pista sobre el sitio donde me encontraba. No vi nada salvo la tiniebla que me rodeaba. Me palpé el cuerpo. 

Llevaba las ropas de trabajo. Camisa blanca con americana negra y pantalón también negro, con una corbata azul. Nada especial. Soy abogado en un bufete de la Calle Ancha. Estaba llevando un caso importante. Dos estudiantes habían apaleado a una vieja hasta la muerte. Esos pobres chicos estaban condenados. Pensé que el padre de uno de los chicos había hecho que me secuestraran para destruir una prueba. 

En esto pensaba cuando de repente una luz poderosa apareció de la nada. Estaba alzada unos tres metros. Mi reacción natural fue protegerme con los brazos. A los pocos segundos mis ojos se acostumbraron a la luz. Ésta provenía de una criatura celestial, un bello ser alado, de piel pálida, vestido con un manto blanco. La tibia luz que irradiaba me permitió discernir en la penumbra columnas estriadas renacentistas que se elevaban hasta una gran cúpula barroca. Delante tenía una sacristía cubierta por una sencilla techumbre y decorada con pinturas de estilo manierista. No cabía la menor duda, estaba en la nave central de una catedral. 

-Tienes que aprender a volar-, dijo el ángel con su voz dulce y helada. Concentré toda mi fuerza en la imagen de unas alas negras de águila imperial. Noté dos focos de calor en mi espalda. Después dolor. Empecé a contraer todos los músculos del cuerpo. Al poco, dos brechas se abrieron en la carne. Comenzaron a salir dos alas negras que con mi último grito se abrieron dispuestas a batirse bajo mis órdenes. 

Volvió a hablar, -ahora que tienes alas, tienes que concentrarte en el absoluto, en la energía divina-. Comencé a relajarme. Noté que mi alma se expandía, salía de mi cuerpo y se mezclaba con la energía cósmica. Sentí paz y calma. Dejé de temblar. Todo mi sufrimiento terreno desapareció. Me inundó una ola de calor, de luz, de amor. Me levanté y expandí las alas. Las agité y me elevé hasta la altura de la extraña criatura. Sus ojos eran azules como el océano y penetrantes como la noche. 

En su mano aparecieron tres largas varas de plata. Con ellas compuso un triángulo. En su interior apareció un espejo formado por un líquido viscoso. Me asomé a ver mi rostro pero en vez de eso lo que vi fue nubes blancas y los rayos del sol en un cielo claro. –Debes de entrar-, indicó. Sentí que mi destino iba en esa dirección. Le hice caso y traspasé el umbral.

Volé durante horas entre nubes, con la brisa fresca de la mañana acariciándome. Era un cuervo en el paraíso. Subí unos metros más por encima de una bandada de pájaros y al atravesar una nube vi algo que turbó mi vuelo.


Vi una esfera dorada de dimensiones gigantescas. Era como una colosal perla de oro, como un sol congelado. Me acerqué y la toqué con la mano. Estaba tibia y electrizada. A pocos metros divisé una abertura circular. Entré por ella. Una música deliciosa inundó mi corazón. Entonces oí una voz acompañando a la música. 

–Llevas en la sangre un profeta. Eres el alfa y la omega. Lleva este mensaje a la Tierra-. Escuché por largo rato hasta que la voz paró. Comprendí. Mi alma se transformó para siempre.  Paulatinamente la esfera desapareció y de nuevo me encontré batiendo el aire a unos tres mil metros de altura. Comencé a descender y a mitad de camino escuché de nuevo una voz. Una voz que grababa sus palabras en las nubes con una sustancia verdusca. Podía oír y leer: "QUÉ SE PUDRA EL ABOGADO”. 

La claridad del día dio paso a una tormenta. Comencé a descender más aprisa. Centellas y truenos junto con un viento agitado me dificultaban la tarea. Sabía que no podía olvidar el mensaje que me había sido dado, pero también sabía que algo lejos de mi comprensión no estaba a mi favor. La tormenta se tornó tempestad. Parecía buscar mi aniquilación, rayos y retumbos ensordecieron mi mente. Aparecieron tornados que como poseídos por un ente inteligente me acorralaban. Por fin volví a divisar la tierra. Estaba cerca de pisarla cuando un rayo alcanzó mis alas. Caí velozmente como un peso muerto contra el suelo.

Desperté en mi despacho de Calle Ancha. Me había dormido otra vez. Oí a Susana -mi secretaria y confidente- fuera tecleando en el ordenador. La llamé por la centralita. Debió verme mal pues se acercó a mi con sumo cuidado y me acarició la mano. Se fue y volvió con un tazón de té. -He tenido una pesadilla-, aclaré, -he soñado algo muy raro. Estaba en una estancia totalmente oscura. Sólo el sonido de mis pasos llenaba la sala y me hacía deducir sus amplias dimensiones.

Cuando terminé de contarle el sueño me abrazó. Sentí un fuerte dolor. Ella separó sus brazos ante mi reacción. Se asustó y gritó al comprobar, primero en su mano manchada y después en mi espalda dos enormes heridas de las que manaba sangre como ríos.





YO LA AMABA Y ELLA MIRABA AL MAR



Desde mi balcón, contemplo una amalgama de rascacielos a orillas del Mediterráneo. Y en medio de todo, un silencio letal, de acero, tan asfixiante que quiero volar a través de la ventana y caer como plomo al mar. Pero yo no soy de acero, ni de plomo. Ni siquiera soy de carne y hueso. Soy un hombre tan irreal que la ficción es mi vida. Por eso soy escritor. O mejor dicho, poeta. Escritor puede serlo cualquiera, solo tienes que juntar palabras. Pero para ser poeta tienes que vivir como un poeta. Y eso no se aprende en ningún manual. Y eso no se aprende en la escuela. Ni puedes pagar para conseguirlo. Pero volvamos a la historia y a ese gran silencio del corazón. Porque esta historia no habla de guerras, ni de muerte, ni de odio, salvando guerras, muertes y odios con uno mismo. Esta historia habla de amor. Yo la amaba y ella miraba al mar. No se exactamente si pensaba o hería el infinito con la mirada. Lo único que sé es que yo la amaba. Y eso era real. Y ella, que sufría, que estaba perdida, que había caminado por extrañas sendas era para mi como el insondable océano infinito. A su manera ella era mi paz, mi alma y mi mar.

Ocurrió un día de tormenta. Los rayos quebrados en el aire como dragones y la lluvia todopoderosa de rabia caían sobre la ciudad. Recuerdo que Iris llevaba un largo vestido blanco y que las olas rompían con fuerza en el muelle. Habíamos discutido y parecía que la furia de la tempestad la hubiéramos provocado nosotros. Parecía ésta el macrocosmos externo de nuestra psique interna. Cuando recogíamos la última vela de nuestro Virgo, un impacto como una bomba y un blanco absoluto me hicieron perder la conciencia. Al poco desperté en el hospital. Lo primero que sentí fue un dolor intenso y desubicado. Sencillamente me dolía todo el organismo. Cuando empecé a darme cuenta de lo que había sucedido, algo me traspasó por dentro. ¿Dónde estaba Iris? Como no podía moverme ni hablar, gemí. Gemí como un cordero que es llevado al matadero. No recuerdo nunca antes una sensación de miedo tan imperiosa, cuando la auxiliar abrió la boca y dijo lentamente: -tranquilo, está en cirugía, pronto estaréis en casa-.

He dedicado años a estudiar las probabilidades que un ser humano tiene de ser alcanzado por un rayo. La probabilidad es de uno de cada tres millones. También los efectos que producen en sus víctimas. Un rayo directo generalmente resulta en la muerte instantánea debido a quemaduras internas graves y paro cardiaco. Lesiones comunes en los sobrevivientes incluyen terribles quemaduras, daños al sistema nervioso, a los huesos y a los tímpanos. Tuve quemaduras en el 11% de mi cuerpo. Mi tobillo izquierdo se quemó. Iris quedó ciega. Sólo discernía entre el día y la noche. Quedó en estado de shock durante semanas. Su piel se volvió pálida.

Pasaron años hasta que nos atrevimos a salir de la ciudad. Una enorme tristeza como una cruz pesaba sobre nosotros. ¿Qué quedaban de esos amaneceres juntos viendo desde el balcón el mar? Bajábamos a la playa a caminar. Ella llevaba unas grandes gafas de sol opacas. Un pañuelo sobre la cabeza y un perpetuo vestido negro. Parecía que se hubiera muerto alguien, parecía que se hubiera muerto el mar… Nunca sonreía y ni siquiera hablaba. Se sentaba lejos de la orilla y me miraba a mi. Y yo le hablaba del mar. Aprendí mil maneras de descubrirle el mar, mil maneras de describir sus caprichosos estados de ánimo. Poco a poco aprendimos a correr. Ella parecía sonreír de nuevo y escuchaba con devoción mis descripciones que pronto tomaron forma en un elegante libro de viajes. La primera travesía la hicimos a Venecia, y yo me esforcé en describir con realismo la ciudad, los palacetes, las callejuelas, los canales y el agua. El agua sucia de la vieja Venecia. -Tan bella y tan corroída como yo-, decía Iris. Después de Venecia, vino Tánger, el Cairo, Benarés y Manaos.

Al volver del Amazonas, Iris me abrazó y me besó con fuerza. Hacía tanto tiempo que no lo hacía que me dieron ganas de llorar. Pero no lo hice. En vez de eso, le hice el amor con tanta pasión como agudeza tenía al describirle el agua. Quedé dormido y exhausto. Cuando desperté las olas rompían con fuerza en la arena. Iris no estaba a mi lado. Traté de vislumbrar en la oscuridad del cuarto pero no se veía su sombra por ninguna parte. Temeroso bajé, primero a la calle y más tarde a la playa y en la arena descubrí sus sandalias. Seguí el rastro de sus pisadas por la orilla que se internaban en el mar. Un velo de impotencia recorrió mi cara cuando descubrí a lo lejos flotando en la superficie su vestido negro. Luego vinieron días de infinita locura. No recuerdo cuantas botellas acabé, cuantos bares cerré y cuantos venenos me inoculé. Si ella perdió la mirada, yo he perdido la vida. Y como un náufrago voy a la deriva en este mar de lágrimas. Ya nunca voy al mar. Ya nunca navego. Pero cada vez que llueve, el recuerdo del agua me devuelve la imagen del horror. Yo la amaba y la seguiré amando. Aunque el mundo se haya convertido en un lugar extraño, sombrío y trágico sin ella.

Hoy hace un año que se entregó a las olas. Estoy en la playa por primera vez desde que sucedió aquello. Una nueva tormenta me amenaza, el cielo ruge y las centellas y los truenos acongojan a los que tienen algo que perder. Pero yo no tengo nada que perder. Es mi devastadora guerra con el mar. Y estoy solo. Monto en mi Virgo y pongo ruta a poniente. Las olas quieren devorarme como si estuvieran infestadas de tiburones. Pero yo no confío y sé que el mar es un animal mucho más depredador. Lucho en el timón hasta que el viento parte el mástil principal, que cae sobre mi como un diablo de miles de toneladas de peso. Aún estoy vivo. -¡Aún estoy vivo!-, exclamo escupiendo sangre por la boca. Mi Virgo se hunde. Me tiro al mar y empiezo a nadar en dirección a ninguna parte. Sólo quiero cansarme, sólo quiero que al final de todo esto quedemos uno. Las olas me voltean haciéndome respirar agua salada. Mis pulmones se llenan y en el momento en que voy a morir asfixiado una luz desde el cielo me ilumina. ¿Estoy muerto? ¿Eres tú, señor, quien me llama? ¿Quizás eres tú, Iris amada mía? Lo siguiente es un helicóptero de rescate interrumpiendo nuestra batalla. Un hombre que baja en escalerilla. La gente en la playa que aplaude tras la tormenta…

Silencio. Por primera vez en un año el silencio entra en mi. Todo ese ruido abandona mi cabeza. He vencido a la marea. Ahora me teme. Estoy en un hospital. En la soledad de mi cuarto hay un poco de papel y un bolígrafo. No necesito nada más en este momento. Solo quiero describir lo que siento, solo quiero hacer ver al ciego, dar oídos al que no oye. Y seguiré escribiendo los versos más tristes que pueda, hasta que caiga el último rayo y la luz lo destruya todo.

INVITACIÓN AL MAL


 



IMÁGENES DEL RODAJE "THE CREATURE OF THE WELL"











MIENTRAS LLAMAS A MI PUERTA



A solas,
con el papel en blanco.
La noche cerrada.
Mi casa es sólo un pasillo sin final.
Mientras te espero
mi habitación es un infierno
las paredes no paran de menguar
y siento que voy a morir de tedio.
Ahora llamas a mi puerta
y ya no tengo que imaginar
y ya no tengo que escrutar
buscándote en el abismo.
Se acabaron los versos tristes.
Se acabó parte de mi pena.
Se acabó parte de mi soledad.
Ya se van las sombras,
mientras llamas a mi puerta
y yo escribo, al borde del éxtasis.
Sólo suena el reloj a medianoche
y tus puños golpeando en mi oscuridad.






POR UN SUCIO VENTANUCO




Desperté, a las seis de la mañana, mojado en el s
udor de agitados sueños. A mi izquierda, desvanecida, la ilusión de la chica en mi cama. Hace mucho tiempo que ella se marchó y precipitó mis emociones por el agujero del fregadero. Hace tanto tiempo...

El metro, como cada diez minutos, pasa frente a mi apartamento. Las paredes de la casa retumban y las tazas de café derramadas tintinean en la cocina. También ayuda a hacerme sentir más solo. No sé de que manera. Pero es igual que en esas novelas de Bukowski. A veces lo real supera a la ficción. A veces lo real es más oscuro y negro que cualquier ficción salida de la mente humana. Me deprime pero es cierto.

Me levanto a por un café aturdido y desvanecido. Lo mejor será dejarme caer sobre la cama deshecha, sobre los paquetes de tabaco acabados, de prozac y tranquimazín, sobre las botellas de bourbon y, finalmente, sobre las sábanas mustias en las que como quien dice dormías ayer. Mi habitación es un vertedero. No me extrañaría que un día entraran hombres con máscaras de gas y trajes presurizados, y sacaran toda la mierda con palas.

Despierto a las dos de la tarde sintiendo una terrible confusión. Me toco la cabeza y parece como si fuera a reventar. Voy al servicio -mi vejiga está llena- y aunque podría mear en una botella decido que me vendrá bien el paseo. Desde el váter, por un sucio ventanuco, se ve la calle. Los rayos de luz lo inundan todo. Mis párpados pesan. A lo lejos, en la claridad de un invierno soleado, una chica joven pasea con su hija de la mano. Cierro la cortina con fuerza. Ellos no son para ti. Otra vez la voz en mi cabeza. Vuelvo a la cama y dudo si acostarme o no. Podría salir ahí fuera y coger lo que es mío. ¿Quién me lo prohibe? Podría salir afuera y coger lo que me pertenece. Me pongo los pantalones de un salto. El corazón me pesa. Corro hacia la puerta y la abro. Ahí está ella. Me acerco. Es muy guapa. Pienso algo que decirle, algo normal, cómo –hola, ¿te importa que te acompañe?-. Cuando estoy a dos metros, mis nervios me traicionan y paso de largo sin ni siquiera mirarla a la cara. Me vuelvo a casa. Voy al baño, vomito y me vuelvo a acostar. Todo tiembla a mí alrededor. El metro pasa junto a mi apartamento, como cada diez minutos, haciéndome sentir más solo.